El local donde trabajaba esta ubicado en los bajos de un edificio señorial. La parte de viviendas tenían un señor en la portería muy amable y serio; las escaleras y el pasillo que llevaban hasta las oficinas eran oscuras y tétricas, el olor a humedad y gasolina que subía de los garajes tampoco añadían glamour al momento de entrar a trabajar. A las 8.30h había que fichar.
Bajando las escaleras encontrabas una puerta con el letrero de la empresa, una chapa oxidada del tamaño de una galleta Chiquilín. A su derecha, otra puerta con otro cartel diminuto donde ponía «sin salida», detrás un pasillo con una estrecha estantería con pequeños cajones llenos de repuestos, arandelas, tornillos, cables […]

La puerta de entrada a la oficina estaba en el centro, a su izquierda un pasillo con varias puertas todas cerradas, y la última puerta la del despacho del dueño de la empresa
Y continuó: Veo que está casada, ¿tiene usted pensado tener hijos? – Si se refiere Ud. a quedarme embarazada pronto, la respuesta es no. Pero como por edad podría ser, no se preocupe, que si eso pasa yo le aviso.

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